Resuelto el misterio de las calaveras incas que revela el lado más oscuro de su sociedad

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    Nuestro código moral hace que nos quedemos horrorizados cuando escuchamos lo sanguinarias y violentas que fueron muchas de las civilizaciones que nos han precedido. Los sacrificios de los aztecas y los mayas o la crueldad con la que los espartanos trataban de curtir a sus miembros más pequeños son algunos ejemplos palpables. Los incas tampoco se quedan atrás, y son muchas las historias que se cuentan sobre sus sacrificios o la manera en que castigaban a los niños: echando pimienta al fuego y acercando luego sus caras para que les picasen los ojos.

    En 2003, un grupo de arqueólogos encontró en Iglesia Colorada (un antiguo pueblo inca en las estribaciones de los Andes) los restos de los que había sido un basurero, con comida antigua, fragmentos de cerámica y una sorpresa mayúscula: cuatro cráneos. Entonces, las preguntas comenzaron a surgir, ¿por qué no había cuerpos que acompañaran a esas cabezas, ni tampoco evidencias de un entierro formal con joyas y otros utensilios que solían colocarse junto a los cadáveres? Nadie sabía por qué estaban allí.

    Una civilización sanguinaria

    Durante más de 15 años el misterio ha desconcertado a los arqueólogos, hasta que dos investigadores, Francisco Garrido y Catalina Morales, han dado con una respuesta más que factible: se trata de una imagen de terror del imperio, en la que las cabezas de cuatro aldeanos se exhibían como una advertencia para los habitantes. "Representaría un esfuerzo de dominio ideológico sobre poblaciones recientemente incorporadas al imperio con el fin de demostrar poder y asegurar obediencia" explica el estudio, publicado este mes en 'Latin American Antiquity'.

    Los cuatro cráneos se habían colocado estratégicamente en la aldea como un ejercicio de demostración de poder y dominio

    El periodo comprendido entre finales de 1400 y principios de 1500 fue terriblemente tumultuoso para gran parte de América del Sur, según informa 'Live Science'. Durante estos años, el imperio inca fue expandiéndose lentamente a través de los Andes, donde ya existían otras civilizaciones que habían vivido en el valle durante muchos años. Algunas de ellas, probablemente, se prestaron sin mucha resistencia. Otras, sin embargo, no fueron tan amables y decidieron luchar contra los extranjeros.

    Las cabezas pertenecían a mujeres jóvenes y un niño porque a los líderes jóvenes no solían matarlos, ya que servían como guerreros

    Ese fue probablemente el caso de Iglesia Colorada, según Garrido y Morales. Estaba lejos de Cuzco, escondida en el desierto de Atacama, la región más seca del mundo. Era necesario demostrar poder y control en una zona tan conflictiva. Todos los cráneos compartían marcas similares: agujeros perforados y marcas extrañas alrededor de las mandíbulas, como si las cabezas hubieran sido raspadas y colgadas de una cuerda. Las mandíbulas se despellejaron antes de la exhibición de los cráneos, para, según Garrido, aterrar más a los que cruzaran las puertas. Tres de los cráneos pertenecían a mujeres jóvenes y la última a un niño, y se encontraban desnutridos.

    "No creo que atacaran a los líderes de la aldea", explicó Garrido, señalando que no solían matar a los líderes de las aldeas porque se trataba de hombres jóvenes y saludables que eran rentables para su imperio, como trabajadores o guerreros. "No fue una ola de asesinatos", también advierte. La exhibición de los cráneos la dejaron para esta ciudad, que no solo era la más rebelde sino que podría haber plantado un desafío logístico al imperio inca, que se había enfrentado a muchas dificultades para gobernarla. Los rebeldes locales, con conocimiento especializado de cómo sobrevivir en un ambiente hostil, tenían la ventaja sobre esos invasores. Para demostrar poder y control los incas quizá recurrieron a estas medidas extremas: cráneos a modo de trofeos para que la aldea entera nunca olvidara que estaban ahí y que habían llegado para quedarse.

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