LA ECONOMÍA TIENE FUNDAMENTOS SÓLIDOS PARA RECUPERARSE.
Ricardo Caballero de la Rosa
Elecciones libres con una agenda económica estratégica y el reforzamiento de los fundamentos económicos del país, son los dos ejes que estarán moviendo al país.
En efecto, cuando estamos a escasas semanas de comenzar 2021, no cabe duda que las expectativas de crecimiento son mucho más altas entre actores y analistas, no sólo por el tema del rebote sino, además, porque desde un punto de vista comparativo las condiciones macroeconómicas del país son muy distintas a las de otras crisis.
El interés está puesto en dos temas centrales: por un lado, las elecciones que tendrán lugar en 15 entidades y que constituyen toda una prueba para la actual política económica basada en la “economía moral”, en una disciplina y austeridad presupuestal férreas y en un conjunto de dispositivos para hacer llegar a población vulnerable un conjunto de ayudas como política de bienestar y electoral; por otro lado, las estrategias para salir de la crisis, una vez que se ha aprobado el paquete fiscal que incluye el presupuesto de egresos.
Respecto al panorama político, la actual y principal fuerza del país, Morena, ha logrado finalmente poner al frente a su dirigente, Mario Delgado, con el descontento de Porfirio Muñoz Ledo. Con ello, están listas las principales opciones políticas y se disponen a abrir en los diversos escenarios para la mitad del país, una diversidad de estrategias que apuntan a combatir, desde las oposiciones, las políticas de la 4T.
En cuanto al ambiente económico, los diversos actores y analistas han puesto énfasis en que la política económica para el año entrante no será suficiente para enfrentar la crisis y los efectos de la pandemia en la economía.
El sector privado y los agentes públicos (el Banco de México y el Secretario de Hacienda Herrera) han manifestado y reconocido la profundidad de la crisis actual (muy superior a todas las crisis que hemos vivido como país) y que describe una situación preocupante, sobre todo por la pérdida de empleo, los bajos salarios y la falta de inversiones. Empero, habrá que reconocer que, a diferencia de la crisis de 1995, hoy se cuentan con fortalezas que antes no se tenían.
Una de las más importantes es la estabilidad lograda gracias al control de la inflación por el Banco de México, así como tasas de interés a la baja (y que apuntan a que sigan bajando, como lo ha propuesto el propio presidente López Obrador y los empresarios para que el crédito se extienda) y una devaluación que no se estima importante, como lo sugieren los últimos datos.
Hoy en día nuestra economía está plenamente globalizada y con un tratado comercial con Estados Unidos y Canadá actualizado, con un componente de exportaciones no petroleras que sigue ganando espacio, calculado en 34.8% del PIB, muy superior al que se tenía en 1995.
Por otro lado, en 1995 el sistema financiero estaba en quiebra. Actualmente, éste describe una situación de fortaleza con índices de capitalización muy altos, que cumplen con todas las normas de Basilea. Además, el Banco de México ha logrado aumentar considerablemente las reservas internacionales, aspecto que da a la estabilidad un ingrediente adicional de fortaleza.
No debe perderse de vista que se cuenta además con un sector privado muy distinto al de 1995, pues éste, en el contexto de unos fundamentos macroeconómicos mucho más sólidos, es mucho más competitivo y con perspectivas de crecimiento cuya capacidad de inversión se irá elevando en una economía totalmente abierta.
2021 será un año con mejor crecimiento y expectativas favorables, tanto políticas como económicas. Esperemos que la variable social se mueva con intensidad y la participación ciudadana sea elevada, a fin de dar a los nuevos gobiernos, legisladores y demás cargos de elección, un perfil firme de legitimidad.
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