EFECTOS DE LA PANDEMIA EN INGRESO, DESIGUALDAD Y POBREZA.

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    SE ESPERA UN DOLOROSA Y DIFÍCIL RECUPERACIÓN.

    Ricardo Caballero de la Rosa

    Antes de la pandemia por COVID-19, se esperaba a nivel mundial que las economías tuvieran un crecimiento de 3% en 2019 y 3.4% en 2020. Esta situación, como se sabe, cambió radicalmente y 2020 cerró, según el Fondo Monetario Internacional, con un decrecimiento de -4.4% calculado para las principales 19 economías, con una estimación para 2021 de 5.2% de crecimiento a tasa anual.

    En marzo de este año se cumple un año de que el país enfrentara la emergencia sanitaria y los efectos de un desbalance económico iniciado desde diciembre de 2018, agudizado por las consecuencias económicas y sociales de la pandemia. Los saldos son muy desfavorables.

    A la caída en la dinámica del PIB en el último año (decrecimiento de -8.5%), seguirán los efectos perniciosos en el deterioro del ingreso, la profundización de la desigualdad y el aumento de la pobreza, aunque también está el impacto en el trabajo tanto de las personas que se han desplazado a hacer trabajo en casa, como de aquellas que vieron reducidos sus ingresos.

    El titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera, al participar en una conversación con el economista Thomas Piketty, en el marco de la conferencia organizada por la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), señaló recientemente que la pandemia también ha afectado otros aspectos en los que el país ya tenía problemas, como los relacionados con los servicios públicos de salud, por lo que consideró que la crisis abre una ventana de oportunidad para discutir la capacidad de la economía para ser más inclusiva y generar más empleos.

    Es decir, la pandemia ha puesto a prueba nuestras capacidades institucionales y gubernamentales para manejar la crisis y vigorizar tanto la política económica como la política social.

    Según Herrera, uno de los pendientes se sitúa en las desigualdades, esfera en la que el 59% de la riqueza se concentra en el 10% de los mexicanos, lo que ubica al país dentro del grupo de los países más desiguales.

    Además, la desigualdad en el país se evidencia si se observa el PIB per cápita por regiones. Por ejemplo, según el titular de Hacienda, el PIB per cápita de los habitantes de Ciudad de México es siete veces más que el de los habitantes de Chiapas, en tanto en el segundo estado con más riqueza, Nuevo León, el PIB per cápita es de cuatro a cinco veces más que Oaxaca.

    Estos aspectos se combinan con circunstancias particulares, como el hecho de que el gobierno federal ha evitado utilizar la deuda para financiar acciones de ayuda a empresas y población, una alta economía informal de alrededor del 57%, la atención a las deudas de privados, la entrega de créditos a empresas pequeñas y medianas, así como los mayores recursos destinados al sector salud.

    No debe perderse de vista que atravesamos actualmente por la etapa de dolorosa y difícil recuperación del dinamismo, una vez que hemos transitado por el gran confinamiento, la gradual reapertura de la economía y la vigente aplicación de la vacuna universal.

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