LA POLÍTICA DE EMPLEO ES PRIORITARIA

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    RECUPERAR TRABAJO Y SALARIO META INMEDIATA.

    Ricardo Caballero de la Rosa

    En México y América Latina hay encendida una alarma estructural respecto al empleo y su pérdida y el deterioro salarial que en tiempos de pandemia se ha desatado, situación que impone encontrar respuestas inmediatas para atender este problema.

    Entre otros efectos, la emergencia sanitaria ocasionó que muchos países perdieran años de progreso y bienestar, mientras que los trabajadores y las empresas vemos cómo se deterioran las condiciones de vida.

    En una palabra: el empleo en nuestra región y en el país está en crisis, hecho que el Banco Mundial y otros organismos han enfatizado y han propuesto diversos esquemas para salir de ésta, especialmente porque atravesamos un punto de inflexión que marca fuertes desviaciones que se acentúan con el paso del tiempo.

    En el país a principios de este año se hablaba de una pérdida de 647 mil empleos, de acuerdo con datos del IMSS, lo que representó la destrucción de 3.2% de los 20 millones 421,442 empleos registrados ante el IMSS al 31 de diciembre del 2019.

    Aunque este hecho no llegó a tener el impacto de la crisis económica de 1995, cuando se destruyó el 8% del empleo formal, equivalente a 814,465 plazas laborales, sí ha tenido consecuencias para las familias y los ingresos de las personas que difícilmente podrán recuperarse.

    La mayor crisis económica previa a la actual, la del 2008-2019, dejó, por su parte, 29,589 despidos en el 2008 (0.2% del empleo total) y 171,713 bajas en el 2009 (1.2% del empleo del año previo). Tanto en 1995 como en el 2009, puede decirse que los niveles de empleo formal se recuperaron al año siguiente.

    Un efecto de la situación de postpandemia por la que vivimos es el refugio que la economía informal ha significado para muchas personas, lo que ocasiona cambios estructurales de larga duración que están transformando la naturaleza del trabajo en la región de América Latina y el Caribe y en el mundo.

    Las crisis aceleran estos cambios que significan la reducción de las oportunidades en aquellos puestos que otrora se consideraban buenos empleos (estables y con protección social) en el sector formal. La pandemia no influye solamente de manera temporal en los flujos del empleo sino que tiene efectos significativos y duraderos en su estructura. Como resultado, las oportunidades tradicionales se eliminan de la economía formal y se prefiere laborar informalmente.

    La consecuencia de ello es que se ahondan las diferencias entre trabajadores poco cualificados, que sufren los efectos de más larga duración, respecto a aquéllos más cualificados que pueden recuperarse rápidamente, lo que agudiza el alto nivel de desigualdad salarial de la región y del país.

    También se profundizan las desigualdades entre el trabajo formal y el informal y se abren las brechas salariales, perdiéndose el trabajo digno y el salario remunerador. Ello condiciona las características de los empleadores y los lugares afectan a la intensidad y la duración de los efectos permanentes de las crisis en los trabajadores.

    Aunque las crisis pueden tener efectos positivos al aumentar la eficiencia y la productividad de una economía, estos efectos resultan menos importantes en la región y en México debido a su estructura de mercado menos competitiva. En suma, estos son algunos de los retos de corto lazo que debemos atender para rescatar el empleo y que las familias recuperen sus ingresos.

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