· EL BURRO, LA CANDIDATA Y LA COMPUTADORA

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    Contracolumna

    · ANABELL ÁVALOS Y SU PROYECTO DE GOBIERNO

    JOSÉ MARTÍNEZ M.

    En política como en las matemáticas hay un teorema sustentado en el siguiente postulado: todo lo que empieza mal, acaba peor.

    Los candidatos de Morena se acogen a la sombra de su caudillo. Menosprecian el veredicto de las urnas y desde antes del arranque ya se asumían como “triunfadores”. Encuestas más, encuestas menos, todos, sin excepción, se auto-proyectaban como los “favoritos”. Falso.

    Ajenos a la realidad del país, los candidatos de Morena viven en una atmósfera diferente al común de la gente. Quizás tengan “otros datos”.

    Pero en Tlaxcala, que es uno de los estados más pobres y rezagados del país, la candidata de Morena, Lorena Cuéllar quien no tiene ni la más remota idea de la marginación que se vive en esa entidad, emprendió una campaña condenada al fracaso.

    En medio de la pandemia, Cuéllar dio un paseo sobre el lomo de un burro. La imagen ha terminado por convertirse en un símbolo de su campaña. Es la imagen de la marginación y el atraso social sobre la que ella se ha montado en su ambición por el poder. Es un retrato del atraso medieval que la proyecta desnuda como una falsa lady Godiva.

    En contraste, apenas arrancó la contienda y en su primer acto de propaganda apareció de manera timorata frente a una computadora, sin un discurso coherente y sin ninguna propuesta. Una lap top como simple objeto decorativo de la escenografía de su enésima campaña en su ansiedad por hacerse del poder.

    Bajo el pretexto del distanciamiento social, Cuéllar optó por distanciarse de los electores. Desde su zona de confort se arrejuntó con su esposo en un sillón para proyectar una imagen angelical. En una escena más cursi que romántica, su primer mensaje no fue dedicado al electorado, sino a saludar a su familia. Quizás confundió la campaña con un concurso porque sus publirrelacionistas tardaron horas en tratar de componer su imagen gracias al maquillaje y presentarla más “rejuvenecida”, aunque sin un discurso coherente como las concursantes de los certámenes de belleza. Más tarde sus publicistas se encargaron de difundir un video sin pies ni cabeza desde la plaza de toros utilizando como parte del escenario algunos símbolos religiosos y machacando su decisión de mantenerse distante del electorado.

    Aunque en el fondo, existen más razones de peso político que de salud para ausentarse de los tradicionales baños de pueblo. Su ambición de poder, dividió al partido. Desde hace cinco meses, Morena quedó acéfalo. Su líder, el senador Joel Molina Ramírez se contagió de Covid y murió. Desde entonces Cuéllar se hizo del control de las candidaturas, dividiendo aún más a esa organización. En su ambición por imponerse como candidata riñó y se confrontó con una de las más fuertes precandidatas Dulce Silva Hernández quien terminó abandonando las filas del partido, lo mismo Cuéllar fue cuestionada con severidad por la senadora de Morena Ana Lilia Rivera quien calificó de inaceptables los “resultados” de las encuestas que jamás se hicieron públicas y dieron falsamente a Cuéllar como “favorita”, quien contó con la complicidad del entonces coordinador de los diputados Mario Delgado.

    Empoderada por el presidente Obrador, por encima de su propio partido, la hoy candidata Lorena Cuéllar manipuló la asignación de las candidaturas a diputados y alcaldes dividiendo aún más a Morena. Se llegó al extremo de tener hasta 20 aspirantes a cada cargo. Todos fueron víctimas del engaño.

    Son múltiples las amenazas para boicotear los actos de campaña de Cuéllar desde las filas de Morena. La fragilidad de su candidatura la tiene condenada a una derrota segura como consecuencia de su delirante obsesión por el poder. En un lapso de treinta años ha militado en cuatro partidos y en los últimos 18 años ha buscado afanosamente convertirse en gobernadora, con la complicidad de los clanes familiares de los cacicazgos políticos que se han repartido el poder en las últimas décadas.

    Como un juego de contrastes, la candidata de la coalición “Unidos por Tlaxcala”, Anabel Ávalos irrumpió en la escena pública de manera tajante, con un manotazo sobre la mesa. Con tintes claros de una narrativa política. Convocó a sus simpatizantes a la Plaza de la Constitución de la capital tlaxcalteca para encabezar su primer acto de campaña mientras simultáneamente en los 60 municipios del estado se replicaban actos proselitistas en apoyo a su candidatura.

    Tlaxcala es la entidad más pequeña y una de las menos pobladas del país, pero también es uno de los estados más pobres. A lo largo y ancho de su territorio hay zonas de marginación ancestral, donde las campañas forman parte de un ciclo en la vida de sus habitantes. Allí donde los pobladores ven con su desnudez y piensan con el estómago. Allí donde las familias sobrellevan la pobreza con honradez y la desgracia asumida como pobreza.

    A la candidata Anabel Ávalos le sudaban las manos como nunca antes en su vida cuando subió al pequeño estrado a dar el primer mensaje de su campaña. Vibraba por dentro de emoción mientras su corazón parecía que se le salía de la emoción. Desde que se inició en la política se autoimpuso un reto para demostrarse que sí podía ser digna de ella: tener influencia social y política y convertirse algún día en gobernadora.

    Tlaxcala es un estado pobre que depende en más del 90 por ciento del subsidio económico de la Federación. Todo el dinero que recibe lo destina la salud y seguridad y programas sociales. Simplemente lo que genera la economía local es insuficiente. La agricultura, las manufacturas y el turismo son sus principales motores económicos.

    En Tlaxcala 3 de cada diez habitantes viven en un estado de marginación muy alto, apenas y reciben un salario mínimo, en tanto la mitad de la población, la mayoría de las zonas rurales, reciben entre uno y dos salarios mínimos, mientras 4 de cada diez habitantes vive de la economía informal.

    Anabell Ávalos quien se planteado recorrer todo el estado en los 60 días de campaña para recoger las demandas de sus paisanos y establecer compromisos de gobierno.

    Ávalos en su discurso inaugural se comprometió a trabajar para un futuro de bienestar y prosperidad, a luchar por el bienestar de las familias, de las mujeres y los jóvenes.

    La campaña de Anabell Ávalos se sustenta en la narrativa de un mensaje esperanzador que contrasta con la frivolidad y las ambiciones de poder de sus adversarios políticos.

    Una mujer que emergió de la pobreza y que en el momento estelar de su carrera política enfrenta al mismo cruce de intereses de su partido e incluso de sus aliados y de la actitud pusilánime del propio gobernador Marco Antonio Mena y de la propia Beatriz Paredes, cuyo liderazgo político es un vaivén.

    De alguna manera, Anabell Ávalos es una candidata incómoda para el establishment tlaxcalteca.

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