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· OBRADOR Y LOS TAMALES DE CHIPILÍN

· OBRADOR Y LOS TAMALES DE CHIPILÍN

Contracolumna

· ONU Y EL IMPOSTOR DE LOS OTROS DATOS

JOSÉ MARTÍNEZ M.

El próximo martes el presidente Obrador dará una cátedra en la ONU sobre cómo en México se usan las leyes para envolver los tamales de chipilín.

Si la comunidad mundial espera con ansias conocer el secreto de cómo el presidente Obrador acabó supuestamente en menos de tres años con la corrupción ancestral de uno de los países más corruptos del mundo, se van a llevar una decepción.

En realidad, Obrador viajará a Nueva York en plan de chacoteo. Como diría el clásico, para Obrador hablar en las Naciones Unidas “no tiene la menor importancia”.

Ya sabemos cuál es su posición sobre las críticas a la corrupción de su gobierno: “No es falso pero tampoco es verdadero”.

Martes 9 de noviembre.

AMLO inicia su discurso con una pregunta a los diplomáticos de todo el mundo que representan a sus países ante la ONU.

–Hace unos días se dio a conocer la lista de los países más corruptos del mundo. ¿Y adivinen ustedes cuál fue el país que resultó el más corrupto del planeta?

Se deja escuchar el coro de los diplomáticos:

– ¡México!

–En efecto –Responde Obrador.

– “Pero dimos una lana y nos mandaron al quinto lugar”.

Cómo señalamos aquí en este espacio, el pasado 15 de octubre se dio a conocer el Índice de Estado de Derecho, World Justice Project en el que México pasó a ocupar uno de los cinco lugares de los países más corruptos del mundo junto a Uganda, Camerún, Cambodia y República del Congo. Nuestro país en vez de mejorar, empeoró al retroceder 14 lugares.

Obrador ha declarado que en México se acabó la corrupción, en señal de ello sacó su pañuelo blanco en una de sus conferencias. Hemos atestiguado cómo el Palacio de San Lázaro y los edificios que ocupan los diputados de Morena son construcciones inútiles repletas de legisladores inservibles que como el presidente Obrador usan las leyes para envolver los tamales.

Vimos el pasado viernes uno de los espectáculos más deleznables protagonizados por los diputados de Morena durante la comparecencia del presidente Consejero del INE.

Los diputados de Morena en lugar de exigir una rendición de cuentas optaron por el insulto. Legisladores despreciables que han agraviado al Congreso al actuar como una caterva de malandrines que ofenden a cuantas personas comparecen al atentar contra su dignidad, su honor y su credibilidad de una manera injusta.

Ese mismo día atestiguamos la otra cara de la misma moneda en la mañanera de Obrador en tierras campechanas donde la gobernadora de Morena, Layda Sansores dio una muestra del servilismo más vil y despreciable en un discurso lleno de humillación y de bajeza.

Le dijo Layda a Obrador: “Siempre fuiste para nosotros el guía, el líder, el libro, el poema, el que siempre marca la ruta y vamos a seguir cumpliendo con tu ley: no mentir, no robar, siempre la verdad”.

Layda Sansores, un monumento a la abyección.

Parece que México es un país condenado a la resignación. Un país donde impera la corrupción y la impunidad. Emilio Lozoya y las complicidades con el gobierno de Obrador lo mantuvieron fueron del espectro social hasta que Lozoya se hartó y violó el pacto con el régimen obradorista y donde se hizo valer el peso de la protesta ciudadana, tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales que evidenciaron las componendas de la justicia con un criminal confeso.

De qué puede hablar Obrador ante las Naciones Unidas cuando una de las dificultades de México es no poseer un Estado confiable por la ciudadanía y los numerosos agentes económicos.

El presidente no ha podido proyectar en tres años de gobierno un comportamiento racional para construir una confianza basada alrededor de una institución abstracta y distante como es el Estado.

Ahí están como muestra el comportamiento canalla de los diputados y los gobernadores de Morena reflejados en el discurso de Layda Sansores.

Para no rendir cuentas, Obrador se ha escudado en la inmunidad que le depara el cargo presidencial. Atropella a las instituciones y viola las leyes un día sí y otro también, pero él se siente como un político danés o noruego bajo la excusa de que los países nórdicos “son su modelo a seguir”.

Con un poco de humor podemos decir que lo único cierto es que con Obrador cada vez nos parecemos más a Uganda y Camerún.

El tabasqueño –proveniente de los pantanos de la Macuspana– piensa que con su politiquería va a deslumbrar a los representantes diplomáticos en la ONU cuando les hable de la corrupción, flagelo que él se comprometió a erradicar en su mandato.

De entrada Obrador sabe que México enfrenta un serio problema porque carece de un sólido capital social basado en la confianza, que nada más requiere honestidad y transparencia. Estos dos valores amplían el marco democrático y la tolerancia.

Para nuestra desgracia, como país, Obrador no nos representa bien a los mexicanos. Lo vimos con Trump a quien en su visita a Washington le recitó un poema como el que le declamó a él Layda Sansores.

Presidente Trump –dijo AMLO– “Usted es el mejor amigo de México, usted es cada vez más respetuoso con nuestros paisanos mexicanos. Usted nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía”.

Las palabras de Obrador se daban cuando Trump contemplaba enviar a la frontera con México a más militares de los desplegados en Irak, 250 mil efectivos por si en algún momento era necesario invadir el país por el peligro que representan los cárteles de las drogas a la seguridad nacional de los Estados Unidos.

Obrador no va a las Naciones Unidas para hablar como lo hace en las mañaneras en palacio nacional, ni va estar en su zona de confort como lo hace con los diputados vasallos y los gobernadores serviles que le declaman poemas como Layda Sansores.

Obrador va a la ONU y debe pensar –bueno, eso sería un milagro– sí les quiere contar el cuento chino del fin de la corrupción, porque él sabe que sus palabras sobre ese tema no tienen veracidad, porque hablar del fin de la corrupción es una fantasía, porque simplemente se trata de una mentira y porque sus datos no cuadran con la realidad.

Lo cierto es que México ocupa uno de los primeros lugares en la lista de los países más corruptos y eso es inocultable, aquí y más allá del infinito.

 

 

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