El Evangelio que olvidan los políticos

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    SIN LÍMITES 24 DE DICIEMBRE

    *Lo reseña el escritor australiano Morris West en uno de sus libros

    Por Raúl Torres Salmerón

    El escritor australiano Morris West escribió una novela en la década de los 80s del siglo pasado y en ese tiempo fue un best seller. En inglés el título fue Cassidy, pero en la versión española se llamó Dios Salve su Alma.

    West fue un autor profético. Basta citar dos libros: Las Sandalias del Pescador que anticipó la llegada de un sacerdote del mundo comunista a la cátedra de San Pedro y El Embajador que previó la derrota de Estados Unidos en Vietnam del Norte.

    Muchos irlandeses emigraron a Estados Unidos y formaron familias de aristocracia política en los principales estados. Prueba de ello son los Kennedy y los Fitzgerald de Boston; los Monyhan de Nueva York y los Reagan en California.

    Cassidy es un político de ascendencia irlandesa nacido en Australia. Es el paradigma de la vida política y de la corrupción. A lo largo de la novela se presenta el evangelio de Charles Parnell Cassidy, ejemplo perfecto del político irlandés.

    Es raro que los políticos de hoy, inmersos en una gigantesca crisis de inseguridad, gobernabilidad y credibilidad, no hayan leído y aprendido a lo largo de su educación y el desempeño de puestos anteriores.

    Es recomendable la lectura de un libro escrito en 1987. A continuación, una apretada síntesis del evangelio del político irlandés, aplicable a los mexicanos:

    -Documéntelo todo. Si usted no lo escribe, habrá quien pueda hacerlo.

    -Cobre las deudas en especie o exenciones impositivas. Es demasiado fácil rastrear el dinero en los bancos.

    -Nunca se enoje, nunca pierda el control. Shakespeare decía que un hombre puede sonreír hasta el cansancio, pero ser un hijo de p…

    -Nunca haga apuestas. Los electores aprecian al deportista y ven con recelo al jugador.

    -Si necesita sexo, aléjese de quien cobra por sus servicios, no quede a deber favores. Hay que ser amantes discretos. Cuídese de fotos comprometedoras.

    -Presente al candidato a Comisionado de Policía, pero que otro ministro lo designe y dirija. Así tendrá las manos limpias y al mismo tiempo a la policía a sus órdenes.

    -Compruebe y tenga un miembro eficaz de su partido en todos los grupos de emigrantes.

    -Consiga mujeres inteligentes para ocupar lugares destacados. Ellas deben ocuparse de temas espinosos como el aborto y la violencia familiar. Un hombre parece un idiota cuando habla del derecho de una mujer a controlar su cuerpo.

    -Nunca discuta de teoría política. Es un ejercicio completamente inútil.

    -Manténgase alejado de los economistas, pueden causarle pérdidas electorales.

    -La ley es el instrumento definitivo del poder.

    -Cuanto más sencillo sea uno, más lo aprecian los electores.

    -Deslúmbralos con luces de colores distribuidas en todo el horizonte y cuando estén esperando a Moisés y sus tablas de la ley, no verán lo que hay bajo sus narices.

    -Hay que buscar las raíces, la fuente y las fibras del poder.

    -Siempre que se aprueba una ley, se crea una nueva clase de delincuentes.

    -Confíe en los abogados de la vieja usanza, almidonados, desesperadamente lentos y completamente dignos de confianza.

    -La mujer es un compendio de maravillas, pero jamás puede exigírsele que sea un caballero.

    -Hay más estafadores en el mundo de la beneficencia que en la política.

    Ahí está lo anterior, a la vista un Evangelio para los políticos. Ahora a ellos les toca llevarlo a cabo.

    En fin, como escribió Eduardo Galeano (Uruguay, 1940-2015) en su poema El Sistema:

    Los funcionarios, no funcionan.

    Los políticos hablan, pero no dicen.

    Los votantes votan, pero no eligen.

    Los medios de información desinforman.

    Los centros de enseñanza, enseñan a ignorar.

    Los jueces, condenan a las víctimas.

    Los militares están en guerra contra sus compatriotas.

    Los policías no combaten los crímenes, porque están

    ocupados en cometerlos.

    Las bancarrotas se socializan, las ganancias se

    privatizan.

    Es más libre el dinero que la gente.

    La gente, está al servicio de las cosas

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