El nuevo orden electoral

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    BERNARDO BARRANCO
    La confrontación entre la 4T y el INE es antagónica, inédita e histórica. Es un hecho sin precedentes en la democracia mexicana. Nunca habíamos presenciado que un presidente de la República descalifique de la manera en que AMLO lo hace del INE y de los concejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama. El encono es recíproco.

    La disputa provoca descontrol, la opinión pública se polariza y la democracia se empobrece. La autoridad moral del árbitro es puesta entredicho por los actores en el poder. Mientras unos colocan a Lorenzo Córdova como baluarte de una democracia imperfecta, sus malquerientes piden su cabeza. El presidente ha anunciado una futura reforma electoral que vaticina la liquidación de la actual estructura.

    Incluso AMLO anticipa la incorporación del Instituto al poder judicial como pasa en muchos países democráticos de occidente. El INE, dijo el presidente, “tiene que ser verdaderamente autónomo porque ahora no lo es. Podría estar en el Poder Judicial, que es un poder autónomo e independiente”. Igualmente, el primer mandatario advierte que el INE es el órgano electoral más costoso del mundo, “Ganan muchísimo, el presidente del INE debe de estar ganando como 200 mil pesos mensuales. Además, sería bueno que rindieran cuentas, cómo se maneja ahí el presupuesto”.

    AMLO se queda corto y se ve cándido, pues más de 200 mil mensuales ganan tan solo los consejeros del IEEM entre bonos y una compensación subterránea, metaconstitucional, que le aprueba la junta general que se oculta deliberadamente.

    El calado de la reforma dependerá de cómo quede la correlación política procedente de las elecciones del 6 de junio de 2021. Más que venganzas y ajuste de cuentas la futura reforma electoral será el reflejo del posicionamiento político del voto. Hay que recordar que la iniciativa de la reforma electoral no es nueva. Hace más de un año se manifestó la intención de una reforma profunda que la 4T no se atrevió a implementar.

    En esa ocasión los cambios recaían en la reconfiguración de los Oples, estructuras electorales vulnerables secuestradas por los poderes locales y los partidos. Ahora las modificaciones apuntarían al complicado andamiaje federal del INE, a la concentración de excesivas atribuciones y a la obesa estructura burocrático electoral.

    Pese a los nublosos nubarrones que vive la democracia electoral en la actualidad, se podría presentar una extraordinaria oportunidad: el rediseño electoral total. México es muy distinto al de los años 90s y de aquel bosquejo electoral que aún prevalece. _

    Bernardo Barranco

    Especialista en asuntos religiosos y electorales

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