Miguel Ángel Granados Chapa, mi maestro

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    BERNARDO BARRANCO

    Con regularidad me encontraba con Miguel Ángel Granados Chapa. Generalmente desayunábamos en el Sanborns de la Torre de Mexicana, después de su Plaza Pública en Radio UNAM de Adolfo Prieto. Los temas religiosos le interesaban, fue militante de la vieja Acción Católica, conocía los laberintos católicos.

    Cuando fui consejero electoral, en broma, gozaba de mis desventuras en el IEEM y me preguntaba ¿Quién es peor, el grupo Atlacomulco enquistado el instituto o el Yunque? Con su sonrisa seguía provocando: “son primos hermanos”. Reconocía que, a diferencia de los años imperiales del PRI y del sistema único de partido, la realidad actual era más difícil de analizar. Antes las reglas y los rituales facilitaban la comprensión política del poder; “ahora –hace más de 10 años –, hay rastrear diversos intereses de grupos políticos y hasta de personas. En este momento el análisis político en una tarea vasta y riesgosa a la hora de arriesgar hipótesis o escenarios”.

    Cuando le tuve más confianza, me atreví a comentarle que sus intervenciones eran más ágiles e interesantes cuando era entrevistado que como conductor. Le recordé memorables intervenciones en Monitor con José Gutiérrez Vivó; mientras que en radio UNAM, a pesar su rico contenido, lo sentía lento con largas pausas. Su respuesta fue franca e irónica: “los que aprendimos a comunicarnos con la palabra escrita frente a la máquina, necesitamos más tiempo para articular la idea, esto ayuda para no decir pendejadas al aire.” Poco después de haber recibido la medalla Belisario Domínguez en 2008, bromeaba que muy seguido lo daban por muerto y constantemente recibía homenajes y reconocimientos. Con sarcasmo decía: “me temo que, al seguir vivo, estoy decepcionando a muchos de estos organizadores”.

    La última vez que le vi estaba muy delgado y pálido pero sus ideas fluían con agudeza. “Bernardo, me dijo, hablemos de cuestiones más importantes, cuéntame de tus hijos…” Efectivamente nuestra última conversación fue más íntima, giró en torno a nuestras familias. Él me comentó que de su cáncer terminal y del invalorable apoyo de su compañera Shulamit y de las pasiones profesionales de sus hijos.

    Granados Chapa es un modelo para mí. Como consejero electoral del IFE fue agudo, elocuente y crítico. Aportó para fortalecer la autonomía su instituto e independencia. Un hombre de izquierda. Como periodista fue implacable censor de los abusos del poder; como intelectual, independientemente de sus posiciones, aportó con gran empuje el debate plural, asumiendo causas ciudadanas. Muchos le extrañamos.

    Bernardo Barranco

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