Preguntas de la vida

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    Ricardo Caballero de la Rosa

    Preguntas de la vida.

    Descubres a la vida si te interroga.

    Al proyectarla para nombrarla y sentirla descubres tu vida.

    Parece entonces encontrarte en todo momento que respiras y elevas la mirada para regalarte un panorama de ella.

    Luego la percibes si la adjetivas como destello de paso en el caminar guiado por cambiantes motivos que deshumanizan tu humano andar.

    Es probable que conozcas las respuestas si ella no pide contestar pues yaces en sus redes ocultas e invisible presencia. Tu grandeza del simple pertenecer acompaña el acontecer hermoso del anónimo existir.

    Ante la interrogación te desconoces y un mundo de racionalidad te hace caer en el entendimiento para buscar respuestas. La individualidad de alma y pensamiento agiganta todo desconocimiento y la incertidumbre exige elevarse.

    ¿Cómo es posible la extensa inmensidad de vida sin preocuparnos en responder las cosas que de por sí sabemos?

    ¿Cómo se acaba todo y se abre el abanico de la incertidumbre si la vida exige respuestas mientras seguimos viviendo?

    ¿Dónde comienza el mundo y termina la muerte?

    ¿Cuál es la diferencia entre realidad y sentido de realidad?

    ¿Quién es la del otro lado que te habla y que llamamos vida, pero que exige responder no solo de frente sino desde dentro con voz y serenidad propias?

    Es la vida tu entrevistadora latente y la que está dispuesta a hacerte las preguntas que indagan acerca de tus experiencias limpias y sucias.

    Son las preguntas de la vida las que desde el fondo llevas desde el paso del túnel al abismo celeste, desde el arrastrarte al andar, del balbucear a la palabra, del gemido al llanto, del reír al cantar, del experimentar al caer víctima del error.

    Una vida que al cubrirte te descubre porque eres nombre. El humano que al nacer abre el compás del pensar para encontrar un lugar. La vida de la que eres instrumento y desde el cual fluyes como individuo. El lugar y el soplo fundidos pero sueltos. La cavidad

    sin relleno que habitamos al habitarnos. Cada moción que deja curtir el palimpsesto de tu actuación y que se descubre somo historia, era, sociedad, Dios.

    Navego milenios del parpadeo pero tengo segundos apenas para atisbarlo. Enhebro volúmenes de creaciones en un instante de repetirlos si somos frases. Instalo mis puentes y sentidos entre universos que apenas entiendo pero reconstruyo hoy.

    Quizás el único mensaje de la vida sea si alguna vez te interroga acerca de si su vía es valiosa vivirla.

    Emplea inteligencia, penetra divinidad, siente dureza o elucida vida como arte o muerte o sueño y quédate callado en el hazmerreír universal que te conquista.

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