Secretos del Grupo Carso

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    Así nos hicimos de Telmex, Slim y yo: Pérez Simón

    José Martínez M.

    Al cumplir un año en el poder cuando el presidente Carlos Salinas de Gortari anunció la venta de las empresas del Estado los empresarios comenzaron a revolotear como buitres como si se tratara de “despojos”. El pretexto de Salinas fue obtener dinero para pagar la deuda externa. El proyecto neoliberal del salinismo se sustentaba en la “privatización, la globalización y la desregulación”. Fue así que se vendieron en un solo año 380 empresas, entre ellas los bancos y la “joya de la corona”: Teléfonos de México.

    De ello da cuenta en sus memorias Juan Antonio Pérez Simón en un libro inédito titulado “Telmex, el imperio de la mente”, en el que hace revelaciones de los secretos del Grupo Carso.

    Por ejemplo, Pérez Simón revela cómo desde la campaña de Salinas se comenzó a preparar la venta de Telmex, entonces en 1988 la empresa telefónica valía entre 600 y 800 millones de dólares. Slim y sus socios pagaron 1,750 millones de dólares pues únicamente compraron el 20 por ciento de la compañía que fue revaluada en casi 9 mil millones de dólares.

    Confiesa Pérez Simón que Telmex ya en poder de Carlos Slim las ganancias en el primer año fueron de casi 8 billones de pesos (7.8 billones) y el valor de la empresa se multiplicó de manera exorbitante, Entre 1992 y 1993 Telmex llegó a valer 36 mil y 37 mil millones de dólares.

    Con sus ganancias estratosféricas Slim invirtió en menos de diez años 10 mil millones de dólares para convertir a Telmex en una empresa de clase mundial.

    Slim fue apodado entonces como el moderno “rey Midas”, porque según había logrado un “milagro” mucho mayor que el de Jesús con la multiplicación de panes y los peces.

    En realidad Slim se hizo de Telmex gracias a una operación política. Meses antes de que anunciara la privatización de la telefónica, el presidente Salinas ordenó al encargado de la venta de las empresas del gobierno, a casa de Carlos Slim para “invitarlo personalmente” a la subasta de Telmex.

    Salinas creó una oficina especial denominada “Unidad de Desincorporación” dentro del esquema de la Secretaría de Hacienda, al frente de dicha Unidad colocó a Jacques Rogozinski, un economista de origen francés que llegó a nuestro país cuando tenía diez meses que se naturalizó como mexicano a la edad de 31 años.

    Según cuenta Pérez Simón en sus memorias el entonces director de Telmex al inicio del gobierno salinista, Alfredo Baranda recibió el encargo de salir a explicar ante la prensa el porqué de la venta de la compañía.

    Baranda salió a explicar que el gobierno federal decidió vender Telmex porque en la Constitución no había disposición alguna que estableciera que Telmex tenía que ser propiedad del gobierno o estar manejada por éste, y que el gobierno estaba buscando ser cada vez más pequeño pero más eficiente.

    En la puja por Telmex hubo 22 grupos de apostadores, 19 de ellos fueron descartados de un plumazo, solamente quedaron tres, aunque de antemano ya se sabía que Carlos Slim sería el favorecido.

    Esos grupos de apostadores fueron Gentor SA de CV representado por Humberto Acosta Campillo y Salvador Benítez Lozano quienes hicieron la menor apuesta, al participar solo como comparsas y dar legitimidad al trámite.

    Acciones y Valores de México SA de Cv representado por Roberto Hernández Ramírez quien fue recompensado por Salinas con la compra de Banamex.

    Por lado de Grupo Carso SA de CV sus representantes fueron Carlos Slim Helú, Juan Antonio Pérez Simón, Jaime Chico Pardo, Alejandro Escoto Cano y Sergio F. Medina Noriega.

    La disputa por Telmex provocó un enfrentamiento de Roberto Hernández con Carlos Slim. El que sería dueño de Banamex fue el primero en señalar que Slim fue favorecido por Salinas, así se comenzó a hablar de “Carlos and Charlie´s”.

    Pérez Simón escribe en sus memorias sobre el malestar e inconformidad de Roberto Hernadez:

    “Acciones y Valores de México, SA de CV, representado por Roberto Hernández Ramírez; conjuntamente con Controladora Mextel, SA de CV; Accitel de México, SA de CV, Telefónica de México, SA de CV y GTE Mexican Telephone Incorporated, quienes ofrecieron pagar la cantidad de 0.78 centavos de dólar por acción ‘AA’, por un importe de mil 587.2 millones de dólares por 2 mil 163 millones 40 mil 972 acciones más la opción de compra del 5.1% de acciones ‘T’. Pese a su calidad de miembro del consejo de administración de Telmex, Roberto Hernández aparentemente cometió un error en cuanto a la oferta, o bien esperaba poder hacerse de socios capitalistas en un futuro cercano, para así elevarla. Sin embargo, él mencionó en diversas ocasiones el precio de referencia de Teléfonos de México, fijándolo casi siempre en 3 mil 500 millones de dólares, mientras que otros funcionarios aseguraban que valía alrededor de 6 mil 500 millones en el mercado. (Roberto Hernández ya había perdido antes la batalla por Mexicana de Aviación)…

    “…Me llamó la atención que en la prensa se comentara lo que hizo Pedro Aspe Armella, secretario de Hacienda, el 7 de diciembre. Estuvo prácticamente toda la tarde de ese día explicándole a Roberto Hernández por qué había sido derrotado en la subasta para obtener el control de Teléfonos de México. Roberto Hernández creyó que iba a ganar, y el hecho de perder le resultó muy doloroso. Se decía también que Hernández alegó que estaba dispuesto a elevar la oferta no sólo económica sino tecnológica, y que le recordó a Aspe su insistencia, como consejero de Telmex, por mejorar el servicio y dar cabida a los trabajadores en el capital de la empresa. Sin embargo, la decisión ya estaba tomada. También se decía que Roberto Hernández no era bien visto por algunos miembros de poder Ejecutivo por estar relacionado con amplios movimientos especulativos, especialmente a fines de los años 70 cuando era presidente de la BMV y supuestamente amasó una fortuna que le permitió comprar una isla en el Caribe. Además se le acusaba de haber realizado movimientos poco transparentes

    durante la caída bursátil de 1987 para ubicarse entre los hombres más poderosos del mercado bursátil mexicano”.

    La entrega de Telmex a Carlos Slim provocó desconfianza en amplios segmentos sociales y políticos. De ello da cuenta Pérez Simón:

    “Aunque me encontraba inmerso en el arranque de Teléfonos de México como empresa privatizada, seguía de cerca las reacciones que se dieron en México a raíz de la privatización de Telmex y que fueron muchas y muy variadas. Curiosamente, los diputados priístas se apresuraron a exigir la comparecencia de Andrés Caso Lombardo y de Jacques Rogozinski para que explicaran ‘dónde había quedado la soberanía del país después de la venta de Telmex’, lo que causó un escándalo en la Cámara de Diputados.

    Por su parte, los diputados de la oposición se sintieron burlados al conocer la designación del Grupo Carso como nuevo dueño de Telmex y la calificaron de ‘madruguete’ o ‘sabadazo’, y hablaron de la ‘falta de respeto del Ejecutivo al Legislativo’. Andrés Caso Lombardo compareció el 21 de diciembre por más de seis horas ante la Cámara de Diputados.

    “Recuerdo que unos días antes de la adjudicación de Telmex, los trabajadores que integraban la corriente democrática del Sindicato de Telefonistas realizaron un taller donde analizaron la situación

    por la que atravesaba la empresa y concluyeron que en ninguna parte del mundo donde se hubiera privatizado el servicio telefónico las condiciones habían sido tan ventajosas como en México. Afirmaron que quien la comprara estaría haciendo el negocio del siglo. ‘Tiene utilidades muy elevadas, una de las infraestructuras más importantes en el mundo y, para que no falle, con el pretexto de que vamos a ser dueños, quieren que se incremente la productividad. A cambio de todo ello van a incrementar las tarifas, y los nuevos servicios sólo estarán al alcance de los grandes consumidores’. En forma extraoficial circuló el Título de Concesión modificado aunque Hernández Juárez seguía afirmando que lo desconocía. La atmósfera dentro de Teléfonos de México, poco antes de la toma de posesión, era de desconcierto y temor. “Hernández Juárez mostraba abiertamente su preocupación por los planes de crecimiento de Telmex, afirmando que la empresa se había vendido en el mejor momento para que el gobierno destinara los recursos de la venta a programas sociales, para que los trabajadores tuvieran otro ingreso seguro y la empresa ofreciera un mejor servicio.

    “De mí se sabía poco, aunque de Carlos Slim se tenía una imagen más clara tanto en la prensa como entre la sociedad. Se decía que después del crack de la bolsa en 1987 había pasado de nómada de las finanzas a coleccionista de empresas, pero lo que nadie podía cuestionar era su éxito en todas las operaciones que encabezaba.

    Se especulaba mucho sobre el origen de su riqueza y se llegó al punto de que la Presidencia de la República tuvo que aclarar que no era prestanombres de Carlos Salinas de Gortari”.

    Sin embargo, cuando el “hermano incómodo” fue sometido a proceso penal en el gobierno del presidente Ernesto Zedillo, en un juicio bancario en Nueva York, Raúl Salinas de Gortari hizo saber que era socio accionista de Telmex y que parte de su fortuna provenía de su dinero en Telmex.

    Continuará…

     

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