México sumido en su mayor crisis, acusa Cuauhtémoc Cárdenas

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    Las cifras económicas y sociales, 53 por ciento de pobreza y la violencia, así lo demuestran.

    Por José Martínez M.

    Acordé a través del ingeniero Saúl Figueroa, asistente del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas una entrevista a propósito de un libro que escribo sobre el magnate Carlos Slim.

    El tema de esa investigación es referencia al Título de Concesión de Teléfonos de México. En marzo de 2023, el gobierno del presidente López Obrador deberá refrendar o dar por concluida esa licencia cuyas ganancias catapultaron a Slim como uno de los hombres más ricos del mundo. En su momento Cárdenas impugnó la privatización y demandó que se castigara como un asunto de “traición a la patria” al presidente Carlos Salinas por ofertar el patrimonio de la nación. Salinas fue quien entregó a Slim la Concesión y Cárdenas exigió que le fuera revocada porque el servicio telefónico es parte del patrimonio nacional. Pero ahora en este espacio haré referencia a algunos puntos que el ingeniero Cárdenas refirió sobre asuntos de la política nacional. Frida, mi asistente, puso el google maps para llegar sin contratiempos a la entrevista. Cuando llegamos a la calle Cordillera de los Andes, en el barrio de las Lomas de Chapultepec, Frida me indica cuando ve el número 605, “allí es”, señala con su mano la casona de fachada de color blanco y remates de cantera rosada. A unas calles de la residencia de Cárdenas está la oficina donde despacha Carlos Slim, en Paseo de Las Palmas 736 ya unos cinco minutos de ahí está la residencia del hombre más rico de México y uno de los más poderosos del mundo. Cuando llegamos a la calle Cordillera de los Andes, en el barrio de las Lomas de Chapultepec, Frida me indica cuando ve el número 605, “allí es”, señala con su mano la casona de fachada de color blanco y remates de cantera rosada. A unas calles de la residencia de Cárdenas está la oficina donde despacha Carlos Slim, en Paseo de Las Palmas 736 ya unos cinco minutos de ahí está la residencia del hombre más rico de México y uno de los más poderosos del mundo. Cuando llegamos a la calle Cordillera de los Andes, en el barrio de las Lomas de Chapultepec, Frida me indica cuando ve el número 605, “allí es”, señala con su mano la casona de fachada de color blanco y remates de cantera rosada. A unas calles de la residencia de Cárdenas está la oficina donde despacha Carlos Slim, en Paseo de Las Palmas 736 ya unos cinco minutos de ahí está la residencia del hombre más rico de México y uno de los más poderosos del mundo.

    Las Lomas de Chapultepec es una de las zonas residenciales más exclusivas de la capital del país. Sus calles llevan los nombres de las sierras y montañas de México. Fue un capricho de Antonieta Rivas Mercado que le concedió a su esposo Albert Blair, el fraccionador de la colonia fundada en 1920 con el nombre de Chapultepec Heights. Está ubicada en la alcaldía (antes delegación) Miguel Hidalgo, en las principales avenidas del barrio luce la arquitectura singular de mansiones y edificios con las firmas de renombrados arquitectos, como Luis Barragán y Ricardo Legorreta. A unos pasos de la casa del ingeniero Cárdenas se encuentran algunos corporativos que representan el poder y el dinero.

    Al llegar nos estacionamos y realizamos el pago correspondiente con unas monedas en el parquímetro instalado a un costado de la mansión. Una casona en el que el tiempo parece inalterable. El ingeniero despacha en una sala amplia y austera. Los libreros de la oficina están repletos de distintas obras, así como de obras de arte, bustos y pinturas que hacen alusión al general Lázaro Cárdenas, entre ellos un collage hiperrealista de Martha Palau con un memorable discurso del expresidente, como si el lugar transpira su presencia. Mesas y escritorios repletas de papeles y alguna computadora.

    Hace un poco más de treinta años que entrevisté a Cárdenas en ese mismo lugar después de las polémicas elecciones de 1988 que dieron como ganador a Carlos Salinas de Gortari. El estudio del ingeniero Cárdenas se mantiene casi idéntico y refleja la vida espartana del legendario líder de la izquierda, austero, sobrio, rígido, sin permitirse lujos. No hay espacio para lo superfluo. Incluso para hablar, Cárdenas economiza las palabras. Es parco pero contundente en sus expresiones y respuestas. Así era su padre, el general Lázaro Cárdenas al que llamaban la “esfinge”. Un hombre que se formó en el ejercicio de las armas y que solo estudió hasta el cuarto año de primaria pero que gobernó al país como un estadista y quien es considerado el mejor presidente de México en la historia reciente. El general jamás alardeó con pretendiente inmortalizarse. No obstante su deseo trascendió y ocupa un lugar en los símbolos patrios. Nunca, ni en el más delirante de sus sueños el general Cárdenas llegó a soñar en compararse a Benito Juárez ni a ningún otro prócer.

    Cárdenas quien jamás alardeó con seguir los pasos de su padre, estuvo a punto de hacerse del poder en las elecciones de 1988 tras su ruptura con el PRI. Antes que él, a mediados de la última década de los sesenta Carlos Madrazo confrontó al tricolor con una propuesta de cambio en un intento por democratizar al partido. Veinte años después, a mediados de los ochenta Cuauhtémoc determinará lo mismo al dar paso a la “corriente democratizadora” del PRI para acabar con las imposiciones políticas. Frente a los obstáculos por la nomenclatura priista sobrevino la ruptura y Cárdenas –junto con un grupo de destacados correligionarios– asumió la bandera del cambio desde la oposición como candidato del Frente Democrático Nacional.

    Le pregunto al ingeniero, si México entonces pudo tener un presidente que se llama Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. “Sí, eso no tiene la menor duda. Me hicieron un fraude que está probado, está completamente documentado y todos lo reconocen. Por momentos se impone el silencio. La charla continúa con el tema de Salinas y López Obrador.

    –No, no tengo trato con Salinas –Me dice cuando le pregunto sobre si ha coincidido en algún evento con el expresidente. Tampoco hace falta invocar el nombre de López Obrador aunque en la atmósfera de la charla se intuye su omnipresencia cuando cuestiono su opinión sobre la realidad política del país. “Ahí están los resultados de la violencia, de la economía”, lo dice con el semblante cargado como una especie de frustración de ver el desastre inocultable en que se encuentra el país.

    Bajo el sello editorial de Penguin-Random House, Cárdenas acaba de publicar el libro Por una democracia progresista. Debatir el presente para un mejor futuro, donde hace un repaso de la situación política y económica del país. En la antesala de su oficina hay varias cajas de esos libros. Cuando le pregunto al ingeniero Cárdenas sobre qué hay que debatir, la respuesta es directa: “lo primero que hay que debatir es la política económica en general”. “falta una política contracíclica, como dicen los economistas, en el mediano y en el largo plazo, me parece que eso sería indispensable”. “Me parece que habría que erradicar también las políticas de combate a la delincuencia puesto que no se han tenido los resultados deseados de más de 20 años, entonces, creo que habría que buscar otros enfoques y otras prácticas para tener mejores resultados. Habría que hacer una fuerte inversión en la educación, que mejoremos su calidad y universalicemos una buena calidad de la educación, además de cumplir con los ciclos que la Constitución marca como obligatorios, por ejemplo”.

    Ingeniero, le comentó al Ingeniero, cómo están sus relaciones con el presidente Obrador. “Hasta donde yo sé, bien”. Cárdenas se incomoda de alguna manera por la pregunta y agrega con cierto enfado, que él no le quita el tiempo a nadie. ¿No han dialogado? Insisto. Cárdenas me responde que la última vez que estuvo con Obrador fue en el mes de noviembre para visitar el estado de Sonora donde lo acompañó a un acto con la tribu yaqui. Fue la última vez que estuve con el presidente López Obrador. ¿Ha sido escaso entonces el contacto? Pregunto. “ha sido escaso, dice Cárdenas, porque seguramente (Obrador) anda muy ocupado. Entonces yo no tengo porqué quitarle el tiempo a nadie. Le comento, insisto, le digo a Cárdenas, porque la entrevista con la revista Proceso sobre su libro generó opiniones muy importantes y su voz cuando habla siempre es escuchada. Cárdenas responde que él habla cuando le piden dar su opinión.

    Con su libro, le pregunto si está iniciando un debate. Cárdenas dice que no, que en su libro habla sobre los rumbos sobre los que se debe mover el país. “Yo no estoy planteando con nadie ni con quien debatir, todo mundo puede dar una opinión y tocar los distintos temas que ahí se abordan”. Le digo entonces que el libro está planteando la discusión y el análisis, entonces le formuló una nueva pregunta ¿qué tan difícil será el camino hacia el futuro en una situación del país tan complicada? Cárdenas dice que es complicado “porque estamos partiendo de muy atrás en muchas cuestiones sociales de la población, de una economía muy rezagada, atorada, de delincuencia creciente, de pérdida del control del territorio de forma creciente. Si ese es el punto de partida, vamos a tener una situación muy complicada”.

    –¿Tan mal estamos? –Le pregunto al ingeniero. Cárdenas con cierta picardía me responde con una pregunta: ¿Pues no se sí usted cree que estamos bien?

    No me contengo y suelto una risotada ante la expresión del ingeniero, entonces Cárdenas continúa con su respuesta: “Sí vemos las cifras económicas, las cifras sociales, 53 por ciento de pobreza, una economía que no crece, pues dígame usted si eso es bueno o malo. Yo hasta ahí se lo dejo”.

    –¿Seguirá participando políticamente? –Cuestiono. “No he dejado de hacerlo”, responde Cárdenas. ¿Me refiero desde el punto de vista partidario? “No haré política partidaria porque estoy fuera de los partidos”.

    Desde hace unos años Cárdenas preside la Fundación para la democracia, una organización política para la formación y la divulgación y el debate para el fortalecimiento del pensamiento progresista.

    A punto de cumplir en mayo próximo 88 años y a una distancia de casi siete décadas de su primer participación política como estudiante en 1954 en apoyo del gobierno del presidente Jacobo Arbenz de Guatemala ante la amenaza de una invasión estadounidense, le pregunto a Cárdenas a qué está más dedicado actualmente. El ingeniero responde que su tiempo lo dedica “a ver cómo se mueve la cuestión petrolera”, por ejemplo. “Yo espero que haya una mejor reactivación en buena parte de toda la economía del país, a ver cómo se mueven muchas cosas, a ver algunos asuntos particulares, a escribir de vez en cuando”.

    En efecto, en los últimos años el ingeniero Cárdenas se ha dado a la tarea de escribir una serie de ensayos. Es autor de los libros Hacia una política energética soberana; Llamado por México hoy; Nuestra lucha apenas comienza; Nace una esperanza; La esperanza en marcha; Integración económica para el desarrollo; Un México para todos y el más reciente Por una democracia progresista. Debatir el presente para un mejor futuro.

    –¿Cómo ve para el 2024 al joven Luis Donaldo Colosio? Atajo con la pregunta al ingeniero Cárdenas cuando le expreso que muchos ven al joven político como un buen candidato para las próximas elecciones presidenciales. “Lo veo como el presidente municipal de Monterrey”. Se han planteado varios escenarios políticos para el 2024, machaco con una nueva pregunta. Cárdenas responde que no tiene el gusto de conocerlo, si acaso, dice, que lo ha saludado en un par de ocasiones.

    Ingeniero con la autoridad moral que usted tiene no se ve encabezando un movimiento para el 2024…? Cárdenas ataja mi pregunta, insiste en que está fuera de los partidos políticos, que no participara electoralmente, que él no es candidato de nada, que en su momento y cuando sea oportuno dará su opinión”.

    Le pregunto al ingeniero si ha contemplado en escribir sus memorias. Con ironía el ingeniero me responde que “hay dos posibilidades: que sí o que no”. Lo más seguro es quién sabe, le digo entonces en tono jocoso, le insisto que serían muy ricas y aleccionadoras. Pues no se decirle si sean ricas o aleccionadoras, me comenta. Le digo que para mí sí, entonces él remata con una frase escueta: “pues, no sé lo que vaya yo a decir”.

    Le pregunto finalmente al ingeniero Cárdenas ¿cuál es su opinión, un balance del gobierno de la cuarta transformación? Me responde: “se lo digo el 2 de diciembre de 2024”. Cárdenas corrige, sino mal recuerdo será el 1 de octubre cuando concluya el mandato de López Obrador.

    En efecto desde 2014 se llevaron a cabo reformas constitucionales en materia político-electoral para establecer que la transición de poder sea el 1 de octubre y no el 1 de diciembre como ocurrió anteriormente.

    Entonces, puntualiza Cárdenas, lo espero aquí mismo el 2 de octubre para darle mi opinión.

     

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