Monreal y Adán, los primeros yerros de Claudia

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    Sábado, Septiembre 16, 2023

    Hacia afuera, ambos personajes cargan con el peso en contra de múltiples adversarios

    XAVIER GUTIÉRREZ

    Claudia Sheinbaum está bajo lupa en cada movimiento que hace con la candidatura presidencial a cuestas (ya sabemos que por eufemismo no se habla de candidata, aunque en los hechos lo es).

    Y entonces, el colocar junto a ella a Ricardo Monreal y a Adán Augusto López, como coordinadores político y territorial respectivamente en la campaña, ha generado ruido y diversas interpretaciones.

    Las opiniones de tal movimiento son más negativas que positivas. Cierto, la ubicación parecería un acto de concordia hacia los perdedores, pero ésta no es la lectura más extendida.

    Monreal se ha caracterizado por una rebeldía caprichosa. Es indiscutible su preparación y es, de todos, quien mejor maneja la retórica. Pero con frecuencia sus palabras son borradas por la práctica. Y dentro de la práctica se alude la soberbia, la arrogancia, la indisciplina y hasta el chantaje, aparte de otros puntos oscuros.

    Adán Augusto es un político que apareció ayer. Lo trajo de su natal Tabasco el presidente López Obrador como bateador emergente cuando se quedó sin secretaria de Gobernación. Allá en su tierra había tenido un brillo menor, pero posee un grupo político con fuertes intereses.

    Los primeros meses en su condición de bombero en Gobernación no lo hizo mal. Parecía que iba puliendo lo que el presidente hacía mal o a medias. Ponía parches aquí, zurcía allá, dialogaba con unos, curaba heridas de otros, en fin.

    Pero se trastocó su institucional desempeño al ser lanzado por el propio mandatario como aspirante presidencial. No porque tuviera un potencial admirable, simplemente porque encajó en el juego presidencial de tener tres opciones y seguir, en su momento, el juego del descarte para seleccionar sólo a una, como ocurrió finalmente con Claudia.

    Después, los medios difundieron múltiples informaciones sobre mala administración, abusos y hasta romances de Adán, al socaire de la poderosa Secretaría a su cargo. Todo esto, más el derroche de espectaculares en su campaña nacional, lo retrató con una imagen muy negativa.

    Lo han pintado como el que representa muchas de las cosas que el presidente dice combatir.

    Por esto y muchas razones más, Claudia ha enviado un pésimo mensaje en el arranque de su promoción.

    Trátese de una “recomendación del presidente” respecto de dar calor a estos personajes o, al revés, de un gesto sensible de la candidata de ser obsequiosa a AMLO al redimir a la pareja, lo único cierto es que no ha causado buena digestión en los analistas.

    O dicho de otra manera, ha concitado reprobaciones y críticas abiertas.

    Arrancar con estas dos piezas, si hiciéramos una analogía con unas muletas, es imaginar que la aspirante expone su capital apenas en ciernes a muy malos augurios, y los pronósticos son de tropiezos, caídas, choques o conflictos.

    De entrada, en su círculo más cercano habrá despertado suspicacias y hasta celos. Se trata de un par de convidados a la mesa que no estaban en la lista. Y habrá otros más confiables, con mayores merecimientos y en el primer círculo de lealtad de la dama que han quedado desplazados.

    Hacia afuera, ambos personajes cargan con el peso en contra de múltiples adversarios y ese lastre ahora lo comparten con Claudia. Qué necesidad.

    De igual forma, la dupla había tejido su propia red de compromisos, promesas o esperanzas, y ahora mismo buscarán atender a sus redes, aliados o complicidades desde la oficina contigua a la de la señora Sheinbaum. Y bien sabido es que el que a dos amos sirve con alguno queda mal.

    La mala sombra del desahogo de sus pendientes, no cuesta trabajo imaginar, habrá de generar igualmente una cauda negativa en los objetivos de su jefa.

    Y muchos más argumentos se pueden esgrimir sobre lo pernicioso de esa decisión.

    Todo mundo da por hecho de que el poder no se comparte. Y que cuando se trata de quedar bien con todos se termina por no quedar bien con nadie.

    De entrada parece un yerro grave de la dama que va en pos de la presidencia.

    Es de humanos rectificar, claro.

    Pero lo negativo del mensaje ha permeado y crece.

    Puede suceder que advertida la reacción de la opinión pública sobre tal desacierto, en la práctica esta pareja política sea desplazada y figuren en el papel pero no en los hechos.

    De ser así, Claudia habrá mostrado en el corto plazo que sabe admitir un error y corregirlo. Y en buena medida eso es parte esencial del arte de la política.

    Como suele decir un personaje de ese ámbito: “La política no es, se hace…”

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