Puebla, ¿caos imparable… ingobernable?

    Puebla, ¿caos imparable… ingobernable?

    La mancha urbana puede llegar de Apizaco a Atlixco y de Texmelucan a Tepeaca

    Xavier Gutiérrez

    Jueves, Junio 12, 2025

    Recibí muchos comentarios en relación al artículo anterior sobre la situación deplorable de Puebla capital. Por ello muchas gracias.

    La cantidad y el contenido de los mensajes da idea del interés que la gente tiene por su ciudad. También hablan de su preocupación y el cariño por Puebla. Finalmente, esta es la casa de todos, de ahí la inquietud por lo que pasa. Y el deseo y aportes para verla mejor.

    Un lector, por ejemplo, me narra que hacía rato que no cruzaba por el centro. Caminó por la 14 Poniente y vio prostitución a flor del día, hoteluchos de mala muerte como cuidados por patrullas, ambulantaje desbordado. Me narra que le pareció ver la Puebla de los años ochenta. Esto se traduce en algo así como estancamiento o retroceso.

    Otro, de la tercera edad, me expone la pésima condición de las banquetas. Uno más sobre el descuido de la zona jardinada del Zócalo. “Nunca se había visto tan mal”, dice. Otro refiere la basura, hierba crecida y escombros sobre la 43 Poniente, mas el descuido de los monumentos en tal avenida, famosa ahora por la proliferación de restaurantes.

    Las calles que rodean el mercado La Acocota parecen barrancas por la proliferación de baches. Algunos de casi cincuenta centímetros de profundidad. Pero algo peor ahí mismo: las mafias de comerciantes se han adueñado de dos tercios del arroyo de circulación vehicular, y han dejado ¡un solo carril para los vehículos! Y no existe poder humano que frene esa depredación.

    Y me cuentan que así están todos los mercados de la periferia.

    Un estudioso de la vida en Puebla advierte: “Al paso que vamos, si no se toman medidas con visión de futuro, rectificatorias, con el peso de la autoridad, con la opinión de los expertos, frenando el crimen que constituye el abuso e invasión de toda área, en 20 años Puebla será una mancha urbana caótica de Texmelucan a Tepeaca y de Apizaco a Atlixco.”

    Y no resulta exagerado. Una visión del valle poblano desde las alturas muestra una macrocefalia atroz, agresiva, sí, “la capital imparable”. Sólo que crecimiento no es desarrollo. Gigantismo sin control no es vida de calidad, ni orden, ni convivencia, ni armonía. ¿Por qué no insertar estos conceptos en el objetivo, meta o inspiración del gobierno de este enorme municipio?

    La zona metropolitana de Puebla es muy extensa, ocupa el lugar número 41 por su superficie en el mundo, mientras que por su población es la número 246, me acota un investigador.

    Una opinión más refiere que en muchas ciudades se crece hacia arriba (entre otras razones por falta de espacio y para no dañar a la agricultura que es fuente de alimentos) y ahí se concentran muchos servicios y se abaten y evitan problemas como el tránsito, distancias, espacios para autos, pérdidas de horas hombre, pero aquí, entre idiosincrasia ciudadana y descontrol o desprecio de la autoridad, la expansión horizontal…¡es imparable!, como involuntariamente lo reconoce el lema del gobierno capitalino.

    Hemos dicho otras veces que las prioridades para gobernar un pueblo son claras y las determina el sentido común: si se atiende con atingencia el tema del agua, alumbrado, seguridad y calles en buen estado, la carga se atenúa mucho para un gobernante. Existe todo lo demás, por supuesto, pero estos temas reclaman y gritan ser puestos en el primer orden.

    Con frecuencia ante un problema de esos se arrancan campañas. Señores, la palabra “campaña” siempre suena a algo temporal, limitado, “para salir al paso”. No, se requieren políticas de gobierno articuladas y sostenidas, permanentes, pensadas y supervisadas. De todo el tiempo.

    El caso poblano es añejo. Autoridades van y vienen y privilegian el negocio tras las obras o inversiones. El presupuesto para la capital es escaso, paupérrimo ciertamente. Pero justamente esto es el reto para toda autoridad. Así viene el paquete, no hay forma de hacerlo a modo.

    Quien acepta la responsabilidad debe afrontarlo todo.

    Unos meses son poco para evaluar un gobierno de tres años, también es verdad. Pero, si no se avizoran graaandes soluciones, al menos habría que mostrar los cimientos, el arranque, las bases de lo que se proyecta. Ya se sabe que la esperanza anima, motiva.

    Y conste que el tema de la seguridad es otro y de dimensiones que quitan el sueño. Esas bandas o comandos que han actuado recientemente en fraccionamientos residenciales o grandes tiendas del centro son un aviso.

    Con relación a la proliferación de patrullas por las calles, con dudoso resultado, un experto en Seguridad apuntaba: “Hace falta más inteligencia y menos gasolina”. Quizá es verdad, se requiere aguzar la atención y trabajos de los responsables de la seguridad en materia de prevención y represión del delito, pero con el recurso de las nuevas tecnologías de información.

    Y desde luego, gobernantes con los pies en el suelo. Tener sólo como termómetro de las acciones la propaganda en medios siempre es engañoso. La publicidad o propaganda contratada o a modo es como mirarse en el espejo de la bruja de Blanca Nieves. Ahí se encuentra lo que pagamos o únicamente lo que queremos ver.

    Es de primera importancia ponerle oídos a lo que la gente dice. Caminar por las calles, ir a los lugares de concurrencia y escuchar, conversar. El gobernar a pie enriquece la información, amplía la visión de las cosas, ensancha las dimensiones del despacho.

    Si la crítica es fundamental en toda democracia, su hermana gemela la autocrítica, constituye el elemento indispensable para llevar la nave a buen puerto.

    Esto último siempre lleva al recuerdo de personajes que dejaron huella en Puebla y que procedían de este modo antes del cargo, en el cargo y después del cargo -como dice la oración-; nos referimos al doctor Alfredo Toxqui y al profesor Jorge Murad. ¿No le parece a usted…?

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