Sábado, Junio 24, 2023
Xavier Gutiérrez
La ausencia de sentido común, la lucha por la alcaldía y los economistas, tres temas en el escenario.
En la vida diaria o en la política ocurre frecuentemente: las personas toman decisiones erróneas, o garrafales, pisoteando el sentido común.
Le tocó el turno a Marcelo Ebrard. En su trayectoria y recientemente en la Cancillería, le tocó librar serios obstáculos, y en la mayoría tuvo éxito. Ahora, en la precampaña, cometió una soberana tontería.
Aconsejado seguramente por un enemigo suyo dentro de su equipo, anunció que crearía una secretaría especial para defender la 4T. Y hasta invitó para tal función a un hijo del Presidente.
La ocurrencia es absurda. Nada dice a la gente, es innecesaria e inútil, choca frontalmente con sectores críticos del partido en el poder, y el invitado en cuestión es ampliamente reprobado, con o sin razones.
En entrevistas y en su narrativa de arranque Marcelo ha expresado ideas innovadoras. Sin embargo, esta salida choca contra el torrente de un sector de la opinión pública. No tiene asideros, sustento ni razón. Y, como se esperaba, suscitó una repulsa casi general.
Parece inconcebible que el más lúcido de los aspirantes a la presidencia haya cometido este derrapón escandaloso.
Pero decíamos, suele ocurrir. Es común que los hombres públicos no pasen por filtros analíticos críticos sus ideas, propuestas o posiciones. Esto causa un severo daño y luego corregir una tontería resulta sumamente costoso.
El obligado control de daños resulta oneroso y la pifia se magnifica por los medios y va resultando como una bola de nieve.
Esto me hizo recordar a un jefe que tuve, que solía ser exageradamente autocrítico antes de difundir una decisión importante. La ventilaba con su equipo corto de confianza y asesores, decía él “hay que ver si resiste la prueba del ácido”, “vamos a hacerle al abogado del diablo”.
Hacía una y otra rondas de análisis donde se ventilaban todos los argumentos en pro y en contra y, al final, en votación, se tomaba la decisión definitiva.
Esto blindaba no sólo lo aprobado, sino le daba al titular argumentos para su posición pública ante los medios.
Retomando el punto inicial, un amigo mío me decía: mira, para mí el sentido común es la suma de todos los sentidos. Y creo que tenía razón…
Eduardo Rivera
En la intimidad, el presidente municipal Eduardo Rivera quizá esbozó una sonrisa al conocer la pretensión, una vez más, del empresario Pepe Chedraui, de aspirar a la presidencia de la capital.
Por varias razones. Eduardo, dígase lo que se diga, ha mostrado trabajo, diligencia y aciertos varios en este su segundo periodo como alcalde. En la capital y zona metropolitana es ampliamente conocido y me parece que goza de una aceptable aprobación. Suficiente para pensar en la reelección y conseguir un resultado electoral favorable.
Por lo menos, en el horizonte no se le ve un competido potencial ni en la oposición ni dentro de su partido.
En esta semana dos levantaron la mano: Pepe Chedraui y, desde el flanco panista, Mario Riestra.
El primero, fuera de la identificación natural en su ámbito y acaso un tanto en la clase media alta, no posee credencial alguna que lo identifique con ese mar de votantes que está enfrente. Y peor aún si, escudado sólo en la amistad con el gobernador Sergio Salomón, brinca de modo chapulinesco hacia Morena como parece ser.
Doble flanco de crítica ofrecerá gratuitamente a sus adversarios y a la opinión pública: su oportunismo vulgar al cambiar de color, huérfano de identidad ideológica, y una reprobación a Morena por admitir con los ojos cerrados a los más acérrimos críticos al Presidente y a su partido mismo.
Por donde se le busque, nada trae este personaje que lo vincule con los votantes por conquistar. Exhibirá solamente un aprovechamiento vulgar trepado en la ola aprobatoria que disfruta la 4T.
Riestra no es de un pelaje distinto a su competidor. De los privilegiados del morenovallismo, de genuflexa conducta él y la familia ese nefasto sexenio y los dos años de Gali, ausente de la vida pública durante largo tiempo, se dispone a visitar al nopal sólo cuando tiene tunas. Ha derrochado en grandes espectaculares y en medios buscando ocupar el lugar de Rivera.
Esto, sin duda ha puesto en alerta a Eduardo y equipo. El alcalde, suficiente trabajo y méritos tiene como para ceder con los brazos cruzados la mesa puesta a un advenedizo. La comparación entre uno y otro no se presta a la menor duda: Rivera sigue el lema zapatista: la plaza es de quien la trabaja.
Para desbancar al alcalde de la reelección, en las actuales circunstancias, no se avizora ningún competidor con las suficientes credenciales. Ninguno, ni de dentro ni de fuera, tiene el capital social de Eduardo. Morena mismo tendría que pensarlo dos veces si se lanza a la aventura apoyando una candidatura sólo por amistad, capricho u oportunismo.
Economistas
Este fin de semana asumió la presidencia del Colegio de Economistas, Rubén Alejandro Paredes Castañeda. Se desempeña como Director General del Instituto de Estudios Legislativos y goza de la amistad del gobernador.
Esta organización, en otros tiempos, exhibió cierto decoro y compromiso social por los méritos y trayectoria de algunos de sus directivos, además de que periódicamente organizaba actos de análisis y propuestas de valor y peso, que inclusive incidían en políticas o decisiones de gobierno, en los ámbitos estatal y municipal.
Pero transcurrió el tiempo y su activismo vino a menos. Pasó a formar parte de otros membretes de profesionales cuyas directivas o miembros eran llamados sólo en tiempos electorales.
Tal vez sería esta la oportunidad para que los nuevos dirigentes sacudieran a su organización e hicieran aportes necesarios e importantes para el ejercicio público. Ahí tienen el reto…
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