Contracolumna
· Y AHORA QUIÉN SIGUE DE LOS HERMANOS
JOSÉ MARTÍNEZ M.
Desde el primer día de su mandato, Obrador decidió convertir el antiguo palacio virreinal en la “casa de la virtud”. Palacio Nacional es un monasterio. El tabasqueño confunde su investidura con la de un abad. La de un falso líder espiritual. En las mañaneras en lugar de ofrecer discursos, da sermones. Ahí, al pie de su altar están sus “periodistas” como monaguillos que todos los días se muerden la lengua para no cuestionar.