EFECTOS EN LA ECONOMÍA FORMAL E INFORMAL.
Ricardo Caballero de la Rosa
Siempre ha sido polémico el nivel de aumento salarial que se aprueba en nuestro país año con año. Las opiniones entre autoridades y representantes de las empresas privadas parecen no coincidir. Para 2021, el aumento al salario mínimo anunciado por el Consejo de Representantes de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI), sin unanimidad, fue de 123.22 a 141.7 pesos diarios a partir del 1 de enero de 2021.
El nuevo salario mínimo se integra a partir del actual de 123.22 pesos diarios, al que se adicionaron 10.46 pesos del llamado Monto Independiente de Recuperación (MIR) y se le aplicó un incremento porcentual de 6%. El salario mínimo vigente para 2021 será de 141.7 pesos diarios, un aumento global de 15%.
El salario mínimo para la Zona Libre de la Frontera Norte pasará de 185.56 a 213.39 pesos diarios en 2021, un incremento de 15%, que se alcanzó tras aplicar un aumento de 15.75 pesos vía el MIR más un incremento de 6%.
Las implicaciones económicas de estos aumentos y sus consecuencias para la política salarial general no se entienden sin considerar la estructura del empleo del país, cuyos valores no tienen el mismo efecto en el sector formal de la economía respecto al informal.
Según los datos actualizados dados a conocer por el INEGI (17 de diciembre de 2020), la economía informal ha venido disminuyendo su participación en el PIB desde 2003. El promedio entre 2003 y 2019 fue de 23.2% en esos 17 años, en tanto que en 2019 fue de 23.0%, ligeramente inferior al promedio. El restante 77.0% del PIB fue generado por el sector formal. Así, en 2019 de cada peso producido en el país, 23 centavos fue contribución de la economía informal y 77 de la formal.
El impacto productivo entre la economía formal e informal es diferente. Su estructura también lo es. Según el INEGI, el 23.0% informal está compuesto de la siguiente manera: a) la ocupación laboral del denominado sector informal (negocios no registrados de los hogares dedicados a la producción de bienes o servicios) que aporta el 43.5% y concentra el 27.7% de ocupados, y b) el sector denominado como otras modalidades (trabajo que aunque labora para unidades económicas distintas a las de los micronegocios no registrados, no cuenta con el amparo del marco legal e institucional, como seguridad social y prestaciones sociales) cuya contribución es de 56.5% e integra el 28.8% de ocupados.
En 2019, 56.5% de ocupados en la economía informal (27.7% en el sector informal y 28.8% de otras modalidades) contribuyeron a la generación del 23% del PIB. Por otro lado, el 43.5% de ocupado en la economía formal contribuyó con el 77% del PIB.
En suma, en 2019 de cada 100 pesos generados de PIB en México, 77 pesos fue aportación del 43.5% de ocupados formales, en comparación con los 23 pesos aportados por el 56.5% de ocupados en informalidad. Esta cifra significa que la economía informal es, por mucho, gran concentradora de trabajo pero con menor productividad, mientras que la economía formal con menor concentración relativa de personal es mucho más aportadora de productividad.
En cuanto al impacto del aumento salarial, es legítima la preocupación de los empresarios por los efectos que éste pueda tener en las negociaciones contractuales, las cuales podrán tener como base inicial el 6% de aumento ya comentado. Sin embargo, los trabajadores podrán aspirar a percibir una cantidad de dinero que potencialmente puede estar un poco por arriba de la inflación y tener un aumento real en sus remuneraciones.
Vemos pues enfrentados los dos postulados: uno que marca el impacto en el costo de los factores de producción y que puede traducirse en una posible presión adicional a la inflación, y otro que promueve un mayor bienestar entre la población vía más ingresos a las familias mexicanas. En este contraste marchará la economía nacional en 2021.
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