Contracolumna
· JOSÉ GIL CARO QUINTERO “DON JOSÉ”
JOSÉ MARTÍNEZ M.
Cada años más de veinte millones de turistas visitan Quintana Roo atraídos por sus bellezas naturales. Lo que no saben es que esa entidad es uno de los lugares más peligrosos del mundo para un viajero. El peligro acecha en las playas, lo mismo que en un bar o un restaurante. A plena calle puede ocurrir un enfrentamiento entre sicarios del narcotráfico.
En un abierto desafío al Estado, en Quintana Roo el narco gobierna en las sombras. José Gil Caro Quintero “Don José” ha impuesto un imperio con la complicidad del poder. “Don José” impone su “ley” como lo hacía hace treinta años Amado Carrillo, “El señor de los cielos”.
De Mario Villanueva a Carlos Joaquín González todos los gobernadores han sido asociados con el narco. En los tiempos de Villanueva el control lo mantenía el Cártel de Ciudad Juárez ahora el poder lo ejerce el Cartel de Caborca que bien pudiera llamarse el Cartel del Chetumal desde donde opera “Don José” quien tiene a su servicio una flota de aeronaves y lanchas rápidas para mover más de diez toneladas de drogas en una semana, según investigaciones oficiales.
Las aeronaves despegan y aterrizan con la complicidad de los mandos militares y policiacos. Y desde luego, con la anuencia del gobierno en turno.
El poder de “Don José” es tan fuerte que ejerce un gobierno paralelo que afecta enormemente a Quintana Roo.
Sus enemigos lo responsabilizan de la ola de ejecuciones en el Centro y Sur del estado para imponer su control.
Es la misma historia de siempre en esta entidad, como en otras partes del país, los capos se manejan por periodos hasta que el capo muere o es detenido.
“Don José” no actuaría impunemente sin la complicidad de los cuartos oscuros de la política.
En tiempos de campaña los partidos y sus candidatos no pueden sustraerse a esta realidad. Ningún político puede ignorar al narco, muchos se asocian con ellos. En las pasadas elecciones el narco influyó en el resultado de las elecciones. El entonces gobernador de Michoacán dio tener pruebas pero cuando intento presentarlas personalmente al presidente Obrador no fue recibido. Acudió a organizaciones internacionales pero jamás quiso revelar a la prensa en que consistían esas “pruebas”.
En Quintana Roo, cuando Carlos Joaquín González ganó las elecciones el periódico Por esto! fue elocuente. Dedicó su portada al triunfo del narco con Carlos Joaquín.
Los empresarios aglutinados en torno de la Coparmex denuncian la existencia de siete carteles. Las autoridades federales reconocen la existencia de cinco y la prensa habla de cuatro.
Nada escapa al control de los carteles: Chetumal, Tulum, Playa del Carmen, Cancún, Puerto Morelos hasta Holbox, todo está bajo dominio de las organizaciones criminales.
En Puerto Morelos, por ejemplo, operan 12 grupos de narcomenudeo, según la policía estatal. A inicios del pasado mes de noviembre dos grupos antagónicos se agarraron a balazos en la playa de ese lugar provocando la muerte de dos narcotraficantes. Decenas de turistas presenciaron el enfrentamiento provocando escenas de pánico. Los sicarios entraron por la Bahía Petempich, e invadieron el hotel Hyatt Ziva, donde ocurrió el enfrentamiento.
En Quintana Roo las ejecuciones y los enfrentamientos pueden ocurrir en cualquier lugar y a cualquier hora. Los turistas atestiguan la violencia de la que no se sustraen. Las estadísticas son inconcebibles: en 2018 se registraron 525 ejecuciones, la cifra aumentó a 717 en
2019 y en 2020 más de 800. El año que está por concluir podría resultar el más sangriento.
El gobernador Carlos Joaquín González a tono con el gobierno de la “cuarta transformación” sigue la estrategia de “seguridad” de “abrazos, no balazos”.
Ayer martes 7 de diciembre un comando de sicarios arribó en motos acuáticas a Playa Langosta en la Zona Hotelera de Cancún a la altura del Hotel Oasis Smile, que se encontraba atiborrado de turistas, para ejecutar a un grupo rival en la disputa por el control de la venta de drogas.
Los enfrentamientos y ejecuciones son cosa de todos los días ante la pasividad de los 1,500 elementos de la Guardia Nacional en la zona turística de Cancún-Puerto Morelos-Playa del Carmen-Tulum.
Tulum que era casi el paraíso se encuentra convertido en un infierno. Todos los días se registran ejecuciones.
La ola de violencia que azota al caribe mexicano se incrementó a partir de la liberación de Rafael Caro Quintero, por quien la Agencia Antidrogas (DEA) ofrece 20 millones de dólares a informantes para su captura. Caro Quintero fundó el Cartel de Caborca que opera en Sonora y cuya organización controla buena parte de Quintana Roo. José Gil Caro Quintero, sobrino de Rafael, es el capo al mando de ese cartel que opera desde Chetumal y su control se extiende a cuatro estados (Quintana Roo, Oaxaca, Chiapas y parte de Tabasco, donde lleva a cabo el aterrizaje de sus aeronaves) además de Campeche, Yucatán y Veracruz. Además de Belice.
Según las autoridades estatales en Quintana Roo operan el Cartel de Caborca, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el Cártel del Pacífico (CDP) también llamado Cártel de Sinaloa (CDS), Los Zetas, Cártel del Golfo (CDG) y Grupos Locales o Regionales Relevantes (GLR) como el Cartel de Cancún dirigido por “El Veinte”, su subalterno “El Dieciocho”, se encuentra en prisión.
La organización Ángel Ciudadano, de Quintana Roo, atribuye el auge del narcotráfico a los ex gobernadores Joaquín Ernesto Hendricks Díaz,
Félix Arturo González Canto y Roberto Borge Angulo quienes se asociaron con empresarios con los cárteles de las drogas.
Según el Consejero Nacional de Seguridad Pública, Jame Tobin, existen cuatro cárteles que operan en Quintana Roo pero se ha negado a identificarlos.
La organización Causa Común ubica a Quintana Roo en la lista de los diez estados más peligrosos del país. Coincide con el Departamento de Estado que considera a Quintana como el lugar más peligroso para los turistas por lo cual ha emitido una alerta roja a sus connacionales advirtiendo del peligro que representa visitar esa entidad.
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