OBRADOR, BEISBOLISTA

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    Contracolumna

    CORRUPCIÓN, DEPORTE

    JOSÉ MARTÍNEZ M.

    Durante mucho tiempo he sido seguido al comentarista deportivo José Ramón Fernández, uno de los mejores periodistas deportivos. Pero lo bellamente onírico sucedió una noche mientras atendía su programa en ESPN cuando recibí una llamada inesperada.

    En la línea estaba el periodista Tlatoani Carrera para solicitarme una entrevista para el programa de José Ramón. Quería abordar la afición del ingeniero Carlos Slim sobre los deportes. Al día siguiente un equipo de ESPN estaba en mi casa. Esa noche se trasmitió la entrevista-reportaje con una duración de ocho minutos. Conté al periodista algunas anécdotas: la visita de Slim al club Barcelona de futbol y los consejos del Ingeniero para mejorar las finanzas del equipo de Messi; hablé de una carta confidencial que escribió Slim para el pelotero de las grandes ligas Alex Rodríguez, de su relación con José Sulaimán, del Consejo Mundial de Boxeo, de su apoyo a la escudería Telmex de Checo Pérez, del apoyo al patronato de los Pumas, de los deportes que practicó el Ingeniero en su juventud (natación y futbol americano). En fin hablé hasta de las ganas de Slim por abrir un museo de los deportes.

    Aficionado al béisbol el ingeniero Slim y su primo hermano Alfredo Harp Helú sopesaron la posibilidad de comprar la franquicia del equipo de los Padres de San Diego y traerla a México y construir un estadio. De esa manera México estaría presente en las grandes ligas. Pero al final Slim decidió que no. Le pregunté sus motivos. El magnate me respondió que por ética no iba hacer un negocio de su deporte preferido.

    Al final, la principal razón para desistir fueron los números. Sería muy caro sostener a un equipo de esas dimensiones en un mercado como el mexicano. Simplemente no sería rentable.

    A diferencia de Slim, que es uno de los diez hombres más ricos del mundo, el presidente Obrador –quien dice que siempre trae 200 pesos en su cartera y quien presume su “austeridad” – gasta una fortuna de recursos públicos como un capricho para mantener su afición al béisbol. Este año, por ejemplo, pese a la crisis de la pandemia y la peor caída de la economía mexicana en su historia, el presidente Obrador va a gastar 350 millones de pesos del presupuesto presidencial en su amada afición pelotera. Casi un millón de pesos diarios para el béisbol. Un gusto que ni siquiera Slim se puede dar.

    Cuando Obrador resultó ganador de las pasadas elecciones presidenciales lo primero que hizo fue contratar los servicios del expelotero de las grandes ligas, Edgar González, un ferviente lector de libros cristianos que combina la palabra de Dios con la formación de jugadores y entrenadores de béisbol.

    La ascendencia de Edgar sobre Obrador es sorprendente, tan es así que el tabasqueño ordenó acondicionar una oficina especial para el beisbolista a un costado del despacho presidencial. Edgar González depende directamente del presidente. Sólo a él le rinde cuentas. La pomposa oficina recibe el nombre de Promoción y Desarrollo del Béisbol en México (Probeis) y tiene contemplado un presupuesto sexenal de 2 mil 100 millones de pesos. Hasta ahora se gastado casi 700 millones de pesos en ese proyecto más otros 500 millones de pesos extras invertidos en un estadio de béisbol en el estado de Sonora.

    Al margen de Conade que encabeza Ana Guevara, inmersa en la corrupción, el plan de Edgar González es construir 16 academias

    para formar a 640 niños y 128 entrenadores para que “en el futuro” puedan aspirar a “probarse” como jugadores de las grandes ligas, aunque no hay garantías de nada.

    El expelotero Edgar González es íntimo amigo del gobernador Jaime Bonilla Valdez quien lo presentó con Obrador.

    Bonilla, a su vez, se hizo amigo de Obrador cuando le abrió los micrófonos de la estación 1030 AM de radio “La Tremenda” y de la plataforma multimedia PSN para sus campañas políticas. A cambio Obrador le entregó a Bonilla una diputación y una senaduría, después le dio en compensación la gubernatura.

    Bonilla quien mantuvo negocios con los gobernadores Xicoténcatl Leyva Mortera y Óscar Baylón Chacón jamás pensó entrar a la política, pero su camino se cruzó Obrador y fue como sacarse la lotería.

    Bonilla fue dueño del equipo de béisbol Los Potros de Tijuana hasta que un día fue expulsado de por vida de ese deporte. La razón: prostitutas, alcohol, drogas y dinero.

    En la temporada 1987-1988 Los Potros de Tijuana se coronaron campeones de la Liga Mexicana del Pacífico. En esa ocasión Los Potros se enfrentaron con las Águilas de Mexicali ganando la serie 5 a 3.

    Bonilla sobornó a cada uno de los jugadores de las Águilas con 30 mil pesos, una fiesta en una casa de citas donde abundaron las mujeres, el alcohol y las drogas.

    Durante toda su vida, Bonilla se ha manejado a base de cochupos para seducir lo mismo amigos que enemigos. Así como lo hizo con los jugadores de Mexicali, también actuó de la misma manera con los diputados del Congreso Local para extender ilegalmente su mandato constitucional como gobernador. Tenía el respaldo cómplice de la secretaría de Gobernación Olga Sánchez Cordero

    pero la Suprema Corte de Justicia de la Nación le puso un hasta aquí a sus abusos, mientras su amigo el presidente Obrador volteaba hacia otro lado haciéndose el desentendido en las ambiciones de Bonilla.

    Ahora Obrador tiene a un lado de su oficina como protegido al expelotero de los Padres de San Diego, Edgar González el amigo íntimo de Bonilla.

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